martes, diciembre 12, 2006


LA MUERTE DEL TIRANO.

Sábado 10 de Diciembre del 2006. Pasadas las 14:00 hrs. muere en el hospital militar de Santiago de Chile el dictador Augusto Pinochet. Genocida, ladrón, vergüenza militar, viejo conchesumadre… Patriotas Suicidas abre su temporada de verano después de brindar y comerse un asado para celebrar la desaparición de esta encarnación de lo mas bajo de la humanidad. Nos hubiera gustado que se muriera en la cárcel, pero el pueblo chileno y el mundo ya lo ha juzgado y eso siempre será lo mas importante.


Pinochet SEX.

-Señora ¿Cómo se entero usted de la muerte del general Pinochet?
-Bueno, estaba en mi casa haciendo las cosas y de repente sentí la presencia del general que se acercaba por detrás hacia mi. Dijo la señora poniendo los ojitos blancos de emoción ante la mirada freak del reportero que sudaba la gota gorda de tanto calor y grito histérico que se daba a las afueras del hospital militar. Claro, la señora se puede decir había estado todos los días al sol, esperando que su tirano favorito saliera volando victorioso y sano por alguna de las ventanas del terrorífico recinto medico, la insolación causa alucinaciones como lo que le paso a Longueira que conversaba con los muertos y todo eso, pero esto de estar sintiendo al general que se le acerca por detrás a mi me parece que responde mas a una extraña fantasía mística sexual que presentan algunas viejas ultra fachas (que no son pocas) en este hermoso país que a otro tipo de cosas.

Todas ellas han tenido recurrentemente sueños húmedos en los cuales el general, con capa y medallas y toda esa parafernalia se les venia encima y las poseía mientras los edecanes atrás lo animaban y lo saludaban a lo Hitler en cada embestida del dictador, alucinaban estas señoras con que ese general de traje impecable les hiciera todo lo que sus maridos no les hacían, y que lo llevara a cabo con la misma fuerza con que violaba derechos humanos y saqueaba al país, mientras ellas realizaban los deberes del hogar como las buenas señoras sumisas y sin opinión que habían decidido ser desde niñas.

Las faldas arribas y los calzones abajo mientras entonan el himno nacional con la estrofa de los milicos y todo, ese es el mayor regalo que les hubiera gustado entregarle a su general a todas estas señoras histéricas que demuestran en su violencia y caras arrugadas que hace bastante tiempo lo único que les queda cuando vuelven a casa después de alguna manifestación de odio o llenas de asco por ver a su país con libertades que les aterran, es acostarse en sus frías camas y mientras el cornudo de pensamiento se da vuelta para no dormir mirando a la cara sus años de miseria, tocarse pensando en la imagen fascista de su general bañado en sangre que vuelve de entre los infiernos para salvar al país y echarles una buena cachita.

Marcello Dinali marcellodinali11@hotmail.com