miércoles, mayo 31, 2006

CLASES DE MAYO.
El movimiento de estudiantes secundarios de Mayo del 2006 viene a representar para la sociedad chilena un esperado resurgimiento de la actividad crítica consecuente y con sentido que había sido extraviada hace ya mucho tiempo en este país. Desde una adolescencia nueva y criada en un sistema post-dictadura ha debido nacer la negatividad frente a un sistema adormecedor y efectista. El fracaso real de los movimientos obreros y universitarios en cuanto a plantear una revolución frente al dolor de los que van siendo dejados atrás por un sistema que fue impuesto por la dictadura de Pinochet, el cual ha sido cambiado en puntos necesarios pero insuficientes, ha sido rectificado por un poder nuevo, por una juventud que desde fuera de los supuestos espacios de apertura cultural que han entregado los gobiernos de la concertación, y alejados de movimientos partidistas o gritos obsoletos y apolillados que llamaban a "la lucha compañeros", ha logrado convertirse en el necesario cuestionamiento social, nacido desde un punto tan básico como viene a ser el derecho a una educación digna, igualitaria en cuanto oportunidades y consecuente con la búsqueda de una sociedad mas participativa y humana.
Éste movimiento viene a dejar también en evidencia que el tan manoseado lumpen no es exclusivamente aquel que se apunta después de cada marcha saqueando bancos de capitales extranjeros y destruyendo los modernos paraderos de micros de nuestra ciudad capital, la delincuencia se viste también con uniformes, con un color verde paco que se viene a volver sinónimo de ignorancia y odiosidad. Es un espectáculo tenebroso ver la reacción agresiva, cobarde y temerosa frente al grito de disidencia y frente a la libertad de información necesaria en toda sociedad civil. Ha quedado al descubierto el triste espectáculo de lo que no evoluciona, del estancamiento de los mecanismos del estado para resolver los problemas sociales y de seguridad.
Los uniformes escolares que se crearon como una medida democrática, como una idea para acortar la desigualdad entre los estudiantes chilenos, hoy marchan victoriosos por las alamedas, imponiendo sus términos a un estado asombrado y sin capacidad de reacción, delatando la bestialidad de los organismos de represión, demostrando que la unión, la organización, las ideas y la educación son las armas y las banderas necesarias para pensar un verdadero país desarrollado, demostrándole a todo un pueblo que la critica y la revolución tienen que llegar en algún momento para ser el comienzo de la posibilidad de bienestar de una sociedad nueva.